Con el término «Cábala» (hb. קבלה cabalá, lit. ‘tradición, recepción’) nos referimos al movimiento filosófico, literario y social hispánico que se desarrolló en la Provenza y Cataluña a partir de la segunda mitad del siglo XII; que se extendió por otras zonas de la Península ibérica; y que, tras la expulsión de los judíos de España en 1492, se propagó por las regiones donde fueron asentándose los expulsados, pasando a ser la ciudad de Safed en la Palestina otomana del siglo XVI el foco principal de la Cábala sefardí en la diáspora.
Los cimientos del movimiento medieval cabalista se hallan en las doctrinas del primitivo misticismo judío. Por ejemplo, textos descubiertos en el Mar Muerto cuentan que los esenios o ‘hijos de la luz’ (siglo II a.E.c.) orientaron sus enseñanzas a reencontrar la pureza física y mental y obligaban a sus miembros a mantener en secreto bajo juramento sus propias enseñanzas; y textos de la antigua literatura esotérica judía (siglo II al siglo X d.E.c.) relatan una serie de exposiciones cosmológicas atribuidas a rabí Yohanán ben Zakay (siglo I d.E.c.) y albergan meditaciones sobre Dios y sus atributos iniciadas con rabí Aquibá (finales del siglo I y principios del siglo II d.E.c.), a quien se le atribuye la obra Séfer yesirá (‘Libro de la formación’).
El místico, llevado por el anhelo de comprender su propia vida, se preparaba para la máxima experiencia hasta ponerse en estado de éxtasis a través de prácticas ascéticas, ayunos, invocaciones de los nombres secretos de los ángeles y de la divinidad, combinaciones o sustituciones de letras o de palabras y computaciones del valor numérico de las letras. Y cuando se hallaba en este estado de elevación, se consideraba transportado a los hejalot (‘palacios’) de la mansión celeste, donde se le permitía divisar el Kisé haKabod (‘Trono de la Gloria’) y en donde era iniciado en los misterios divinos. A estos privilegiados se les conoce como los yordé Merkabá (‘los que descienden del Carro’, ‘los viajeros del Carro’) y aparecen citados en lo que se conoce como literatura de los Hejalot.
La propia evolución histórica de la mística judía hizo que una rama de ésta se fuese diferenciando de lo que hasta entonces se había conocido, dando paso a un movimiento con unas peculiaridades muy concretas, la Cabalá. Dentro de este movimiento se desarrollaron principalmente dos tendencias: Cábala ma’asit o práctica, que predominará en las comunidades asquenasíes de Centroeuropa; y Cábala iyunit, especulativa y teórica, localizada en Provenza y España.
Durante el siglo XII en Provenza, aparece el Séfer habahir (‘Libro de la claridad’), uno de los libros esenciales de la literatura cabalística, cuyo origen y autoría se desconoce. Otra obra, Maséjet asilut (‘Tratado de la emanación’), atribuida a Jacob Hanazir (siglo XII), establece por primera vez cuatro grados en el desarrollo de la Creación: asilut (‘emanación’), beriá (‘creación’), yesirá (‘formación’) y asiyá (‘acción’); y, por primera vez se representan las sefirot como atributos personalizados de la divinidad. Será Isaac de Posquières (1120-1190), apodado el Ciego, el considerado fundador de la escuela cabalista provenzal. Su obra fue continuada por Azriel ibn Menahem ibn Ibrahim al-Tarás (Gerona, ca. 1160-Ib., ca. 1238), conocido como Azriel de Gerona, que proporcionó a la Cábala una lógica lingüística y una consistencia sistemática; y un discípulo de Azriel, Moisés ben Nahmán (Gerona, 1194-Acre, 1270), conocido como Nahmánides y Bonastruc ça Porta, sería el difusor de las ideas cabalísticas en la Sefarad de entonces.
La Cábala hispánica irá dirigida principalmente al conocimiento divino y a la unión mística con la divinidad, tomando como directriz en este proceso el estudio y la exégesis de los libros que forman el corpus de la Torá.
En la Cábala hispana encontramos varias maneras de entender este movimiento, y su clasificación viene dada por los contenidos de sus doctrinas. Así existió:
1- Corriente teosófica, llena de elementos neoplatónicos, que será representada por la escuela de Gerona: Azriel de Gerona (Gerona, ca. 1160-Ib., ca. 1238), Ezrá de Gerona (Gerona, ca. 1175- ?, ca. 1245), Jacob ben Séset Girondi (siglo XIII), Nahmánides (Gerona, 1194-Acre, 1270).
2- Cábala gnóstica, cuyos representantes se sitúan geográficamente en Castilla: Isaac ben Jacob Hacohén (Soria, primer tercio del siglo XIII-?) y su hermano Jacob ben Jacob Hacohén (Soria, primer tercio del siglo XIII-Segovia, ca. 1270), conocido como Jacob Chiquitilla; Moisés ben Salomon ben Simeón de Burgos (ca. 1230-ca. 1300), discípulo de Jacob ben Jacob Hacohén.
3- Cábala práctica y profética, cuyo mayor representante será Abraham ben Semuel Abulafia (Zaragoza, 1240-1291?).
4- Cábala filosófica-mística, encarnada por Isaac ben Abraham ibn Latif de Toledo (Toledo, ca. 1201-?, ca. 1280).
5- Cábala de las miŝvot (‘preceptos’), su máximo representante será Isaac Aboab de Toledo (entre el siglo XIV y XV).
6- Cábala del Zóhar de Moisés ben Sem Tob de León (Guadalajara?, ca. 1250-Arévalo, 1305), conocido como Moisés de León.
Las doctrinas de estos grupos no eran radicalmente opuestas, pues cada uno de los autores (son muchos más de los citados) que se adscribieron a una u otra tendencia se vieron influenciados en sus obras por otras doctrinas no sólo neoplatónicas sino también racionalistas, como, por ejemplo, Isaac Abravanel (Lisboa, 1437-Venecia, 1508), quien en su Ros emuná (‘Pináculo de fe’) intentó combinar sus conocimientos sobre Cábala con la filosofía racionalista.
Paralelamente a la entrada de la influencia de la Cábala provenzal por el norte de la Península, también se produjeron obras de contenido místico-filosófico, cuyas doctrinas se vieron marcadas por la mezcla de la mística árabe y, por supuesto, de la tradición judía. Tan sólo baste recordar obras como: el Kéter maljut (‘Corona real’) de Salomón Ibn Gabirol (Málaga, ca. 1020-Valencia, ca. 1058), en donde, en un estilo poético, se resumen los conocimientos esotéricos del autor, se exalta la unidad de Dios, sus atributos y las maravillas de la creación; y Hobot halebabot (‘Deberes de los corazones’) de Bahyá ben Yosef Ibn Pacudá (Zaragoza, ca. 1040-1110), que versa sobre la unidad de Dios, la contemplación de sus criaturas, el abandono en Dios, la ascesis y el amor, entre otros temas.
En los años previos a la expulsión de 1492 y los inmediatamente posteriores, hay un grupo de cabalistas que no sólo escriben sus propias obras sino que destacan por escribir comentarios a obras de notables cabalistas anteriores, tal es el caso del Dérej emuná (‘Camino de fe’) de Meír ibn Gabay (España, 1480-Israel, 1540), que es un comentario a la obra Éser sefirot (‘Diez sefirot’) de Azriel de Gerona.
A partir de la expulsión y hasta nuestros días, se formarán grupos de adeptos a la Cábala de diversos orígenes y coincidirán, sobre todo los oriundos de Sefarad, en la ciudad de Safed. Entre los sabios que allí residieron es suficiente citar, dada su importancia y transcendencia, a personajes como el discípulo de Yosef Caro (Toledo, 1488-Safed, 1575) Moisés Cordobero (Safed, 1522-Ib., 1570), quien en sus obras intentará combinar las tendencias teístas y panteístas de la Cábala; y, el considerado padre de la Cábala contemporánea y discípulo de Cordovero, Isaac Luria (Jerusalén, 1534-Safed, 1572), de familia asquenasí, quien acentuó el carácter ascético y místico de la Cábala, tanto en lo especulativo como en la vida cotidiana, y expuso una serie de concepciones distintas dentro del movimiento, tales como la creencia en la transmigración de las almas a otros cuerpos para su purificación.
Queda para futuros bloques temáticos tratar doctrinas místico-mesiánicas como la producida en Safed y encarnada en la figura de Sabetay Seví (Esmirna, 1626-1676); y otros temas relacionados como el jasidismo, la influencia de la mística judía en la mística cristiana, el movimiento cabalístico contemporáneo, etc., asuntos de los que Bibliotheca Sefarad también dispone de material bibliográfico.