Da Lei Divina… (Lisboa: Mosés Bensabat Amzalak, 1925)

Reedición del Tratado de los Artículos de la Ley divina… publicado en Ámsterdam en 1652, traducción española de David Cohen de Lara (1602-1674) de Hiljot Yesodé haTorá, primera sección o tratado del primero de los libros que componen el Misné Torá de Maimónides, el Séfer haMadá (‘Libro del Conocimiento’). Está dedicado a las leyes y preceptos sobre Dios y otras creencias del judaísmo.

Exposición: Autores de Sefarad. 2017 [25]

Da Lei Divina / Maimonides; Traducção hespanhola de David Cohen de Lára; Novamente impressa e com uma introducção de Mosés Bensabat Amzalak.

Lisboa: [Mosés Bensabat Amzalak], 1925.

4º; XXVII, [8], 46 ps.: ilust., 1 h. de retr., [1 h.]; 28×22 cm.— Encuadernación editorial en rústica.

Reedición del Tratado de los Artículos de la Ley Divina … publicado en Ámsterdam en 1652, traducción española de David Cohen de Lara de Hiljot Yesodé haTorá (‘Leyes sobre los fundamentos de la Ley’), primera sección o tratado del primero de los libros que componen el Misné Torá de Maimónides, el Séfer haMadá (‘Libro del conocimiento’). Está dedicado a las leyes y preceptos sobre Dios y otras creencias del judaísmo.

La presente edición publicada en Lisboa en 1925 con un estudio introductorio de Moisés Bensabat Amzalak titulado “As traducções e os traductores em hespanhol das obras de Maimonides”, tuvo una tirada de ciento cincuenta ejemplares y lleva varias ilustraciones con portadas de libros antiguos. La traducción de Cohen de Lara fue reeditada en Barcelona en 1992 con introducción de Jacobo Israel Garzón.

David Cohen de Lara (¿Lisboa, Ámsterdam o Hamburgo? 1602 – Hamburgo 1674) fue rabino, lexicógrafo y traductor. Fue autor de varias obras, algunas de las cuales nunca fueron publicadas, y ejerció como rabino durante largos periodos de la comunidad sefardí de Hamburgo.

Moisés Bensabat Amzalak (Lisboa, 1892-1978), economista, profesor universitario, erudito y hebraísta fue de las figuras más destacadas del judaísmo portugués contemporáneo.


En Córdoba nació (1135?) y vivió su primera juventud Maimónides, posiblemente el más leído de los autores judíos medievales y el que más ha influido en el pensamiento judío, cristiano y musulmán. Su propia vida ilustra y simboliza el devenir de los judíos de Sefarad. Un pasado lleno de luces, pero también de sombras. Unas luces que hicieron posible que allí naciera este sabio judío universal que hoy todos reivindicamos, y unas sombras, las de la intolerancia, que le obligaron a exiliarse a otras tierras. Maimónides redactará todas sus obras, unas escritas en hebreo y otras en árabe, lejos de Sefarad, pero en su doloroso destierro empezó a firmar como “el sefardí” (‘el español’). Pocas frases pueden resumir mejor la trascendencia de la obra de este sabio para el judaísmo que esta famosa máxima acuñada (en hebreo) siglos atrás: De Moisés a Moisés no hubo nadie como Moisés, es decir, desde el Moisés bíblico hasta Moisés Maimónides, no hubo nadie comparable.

Mosé ben Maimón, Maimónides, también conocido por su acrónimo hebreo, Rambam, es la más célebre y universal de las personalidades judías medievales. Fue rabino, talmudista, codificador, filósofo, astrónomo y médico, siendo su padre, el ilustre Maimón ben Yosef, su principal maestro. Al igual que la mayoría de los judíos huyó con su familia de Córdoba tras la llegada de los almohades, aunque no se sabe con seguridad cuándo se marcharon ni dónde estuvieron entre 1148 y 1159-1160, fecha esta última en la que se sabe con certeza estaba radicado en Fez. Aunque en muchas de sus biografías se dice que se convirtió al islam para salvar la vida, no está claro que fuera así.

Durante su estancia en Fez escribe sus primeros textos, pero él y su familia deciden marchar, tras el martirio de su amigo el célebre talmudista Yehudá ibn Sosán en 1165, debido a las persecuciones antijudías de los almohades. Tras recorrer Acre, Jerusalén y Hebrón se establece junto a su familia en Fostat (El Cairo) en 1165, donde se dedicó al ejercicio de la medicina. En esos años murieron su hermano David, en un naufragio perdiéndose la fortuna familiar, y su padre. Fue médico del gran visir de Saladino y quizá del mismo sultán. Con este oficio obtuvo una gran fama y admiración popular, tanto por la práctica médica como por diversos tratados que escribió sobre la materia. En 1171 fue nombrado dirigente de la comunidad judía de Egipto. Falleció en Fostat en 1204. Posteriormente su tumba fue trasladada a Tiberíades (actual Israel), convirtiéndose en lugar de peregrinación.

Maimónides fue uno de los grandes científicos de su época sobre todo en materias médicas, aunque también se ocupó de las ciencias astronómicas. Cultivó con éxito la medicina, dejando una importante obra escrita en la que no sólo se plasman sus conocimientos de la ciencia médica sino también su concepción de la salud y de las relaciones del médico con sus pacientes. Todas sus obras de medicina están escritas en árabe y muy pronto se tradujeron al hebreo y al latín; su temática es variada: temas concretos (el asma, el coito, las hemorroides, etc.); cuestiones generales (los nombres de las drogas, los venenos y sus antídotos, las particularidades de los accidentes, etc.); y también temas doctrinales (comentarios a los aforismos de Hipócrates y a los libros de Galeno, así como una colección de aforismos médicos). Su obra de mayor repercusión es la Guía de la buena salud, que corrió en los ambientes cristianos con el título De regimine sanitatis. Esta última, al igual que sus Aphorismi secundum doctrinam Galieni medicorum principis, se imprimieron en latín ya en siglo XV.

Sobre astronomía-astrología su texto más conocido es la llamada Carta a los judíos de Marsella. En esta epístola escrita en hebreo en 1194, Maimónides rechaza de forma enérgica la astrología por considerarla una pseudociencia frente a la verdadera ciencia de la astronomía, una opinión inusual entre los autores judíos medievales. Maimónides afirma que la astrología fue el primer tema secular que estudió, y que había leído todo lo disponible en árabe en la disciplina; su actitud racionalista le hizo despreciar la astrología, tan difundida en su época, de la cual decía:

Sabed […] que todos esos asuntos de la determinación astral, que dicen que sucederá tal cosa y no sucederá tal otra y que el signo del nacimiento del hombre determina que será de tal manera y que le sucederá esto y lo otro, todas esas cosas no son en absoluto científicas sino tonterías […] La ciencia que es ciencia verdadera es el conocimiento de la forma de las esferas, su número, su medida y su movimiento, el tiempo de revolución de cada una, su inclinación hacia el norte o hacia el sur, su giro hacia el oriente o el poniente y la órbita de los astros y hacia dónde se dirigen.

La más temprana de sus grandes obras rabínicas, terminada en El Cairo antes de 1170, es el comentario redactado en árabe al texto completo de la Misná, titulado Séfer haMaor (‘Libro de la luz’ o ‘El luminar’), en donde, aplicando la lógica, ofreció una presentación ordenada y sistemática de las leyes. Es en esta obra donde Maimónides establece los que a su juicio son los fundamentos de la creencia judía, “los trece principios de fe”, quizás la más trascendental y controvertida de sus aportaciones al judaísmo. El judaísmo no tiene dogmas o un credo claramente establecidos; será Maimónides quien por primera vez de una forma sistemática trate de exponer y sintetizar las creencias judías formulándolas bajo la forma de principios de fe, algo bastante ajeno a la tradición judía, aunque no exento de precedentes. Lo que hace es elaborar una base dogmática a partir de los precedentes históricos que sentaron las bases de la concepción del mundo según el pensamiento judío tradicional: 1) Dios existe, 2) unidad de Dios, 3) incorporeidad de Dios, 4) eternidad de Dios, 5) sólo a Él se puede rezar, 6) creencia en la profecía, 7) Moisés fue el mayor de los profetas, 8) la Torá (Pentateuco) ha sido revelada por Dios, 9) la Torá no puede ser cambiada, 10) omnisciencia de Dios, 11) recompensa y castigo, 12) venida del Mesías, y 13) resurrección de los muertos. Según Maimónides, éstos serían los fundamentos esenciales de la religión judía y, por lo tanto, el mínimo requerido para la identificación con el judaísmo. El ilustre cordobés va incluso más allá: quien niegue alguno de estos principios se excluye de la comunidad de Israel y pierde su parte en el mundo venidero.

Los Trece principios fueron objeto de fuerte controversia y de un prolongado debate en el que tomaron parte algunos de los más destacados rabinos hispanojudíos (y otros) hasta bien entrado el siglo XVI. Las objeciones de estos autores tienen que ver con distintas cuestiones: la falta de un criterio reconocido y admitido para determinar cuáles son los principios de fe y qué implicaciones conlleva para los fieles del judaísmo el hecho de fijar una serie de principios a modo de credo; el problema esencial fue la dificultad de admitir que el rechazo por parte de un judío de un principio u otro pudiera dejarle fuera de la comunidad o costarle la salvación. También la inclusión de algunos de los principios fue hondamente cuestionada, especialmente el de la “resurrección” y el de la “incorporeidad” y la omisión de uno como el del “libre albedrío”, una de las creencias fundamentales en las que se asienta el judaísmo. Otros, sencillamente no aceptaban que se estableciera un credo pues esto conduciría a diferenciar entre lo esencial y lo accesorio dentro del judaísmo. Sin embargo, con el paso del tiempo, los Trece principios fueron ampliamente aceptados.

Su obra talmúdica más importante –y de mayor difusión en el judaísmo coetáneo y posterior– es sin duda el Yad hazacá (‘Mano fuerte’), un código legal en el que Maimónides recoge todas las leyes que debe observar el judío. Esta extensa obra ha sido elogiada por su claridad expositiva y fina síntesis. Escrita en hebreo, compendia de modo sistemático la ley y el ritual judío. Su autor trabajó en ella diez años consecutivos y la remató en 1180. Se trata de una amplia y minuciosa ordenación por materias de todas las normas religiosas y jurídicas de la literatura talmúdica, presentada en una exposición sistemática jamás lograda anteriormente. Consta de catorce libros cada uno de los cuales corresponde a una distinta categoría del sistema legal. La gran preocupación de Maimónides fue la de facilitar a los fieles judíos el estudio y el conocimiento de las fuentes judías tratando de presentar los preceptos y los principios de una forma clara y ordenada, pues el Talmud y la comentarística rabínica posterior no son precisamente obras de fácil lectura para el no iniciado. Fue tal el impacto en el mundo judío de esta obra que se la conoce con el título de Misné Torá (‘Repetición de la Ley’).

Ya en vida del autor, el Misné Torá suscitó los ataques de ciertos sectores del judaísmo quienes le acusaban de querer anular el estudio del Talmud; en otro orden de cosas, el Misné Torá también fue criticado por no incluir ninguna indicación de las fuentes en que se basaba cada una de las normas.

Otra de las obras fundamentales de Maimónides en el campo de la literatura rabínica es el Séfer haMisvot, (‘Libro de los preceptos’), escrito originalmente en árabe. El libro contiene una clasificación sistemática así como una lista detallada de los 613 preceptos del judaísmo.

La gran obra filosófica de Maimónides es su libro de signo aristotélico Moré nebujim (‘Guía de perplejos’), escrito originalmente en árabe y concluido hacia 1190. Está dirigido a aquellos que están perplejos ante las contradicciones entre filosofía y religión. En ella trata de conciliar la filosofía y la religión, penetrando hasta el sentido más profundo del texto bíblico. Se esfuerza por desvelar que la contradicción entre la fe y la razón no es sino aparente, depura el concepto de Dios, y anima a seguir el camino de la filosofía y del estudio de las ciencias humanas, junto a las divinas, para llegar a la plena unión con Dios. Reivindica la posibilidad de una lectura alegórica de ciertos pasajes de la Biblia (como ciertos milagros) y limita el lenguaje antropomórfico de la Biblia aplicado a los atributos y la esencia divina. Con esta lectura filosófica y racionalista, Maimónides posibilita que el mensaje del judaísmo sea válido no sólo para los judíos, sino para todos los hombres. Además de su influencia en el ámbito judío, fue estudiado por musulmanes y cristianos, gozando de amplia resonancia en la escolástica. A título de ejemplo incluimos un fragmento del Moré …, cuyos planteamientos pueden ser considerados de plena actualidad:

La persona tiene a su alcance dos tipos de perfeccionamientos: uno inicial, que es el perfeccionamiento del cuerpo, y otro final, que es el perfeccionamiento del alma. El inicial consiste en alcanzar una situación corporal lo más sana posible, y esto no sucederá más que teniendo el hombre resueltas siempre que se le susciten sus necesidades primarias, cuales son el alimento y los restantes requisitos corporales, tales como la morada, el baño y otras. Todo esto no se lo puede procurar el hombre aislado ni tal se le alcanza a cada uno por su cuenta, sino mediante la reunión en sociedad, ya que como es sabido el hombre es un ser social por naturaleza.

El perfeccionamiento final estriba en convertirse en un ser racional de hecho, es decir, que esté dotado el individuo de intelecto activo, de modo que llegue a conocer el hombre acerca del conjunto de las cosas existentes todo cuanto está capacitado para conocer a tenor de su perfeccionamiento final […] Sólo después de alcanzar el perfeccionamiento inicial es posible lograr el perfeccionamiento final, que es sin duda más elevado y es la única causa y no otra de su existencia eterna.

Los escritos filosóficos de Maimónides desataron una feroz controversia entre sus partidarios y detractores, dentro y fuera de Sefarad, en particular la Guía de perplejos y algunos de los primeros capítulos del Misné Torá. Las acusaciones de sus adversarios criticaban con dureza las interpretaciones filosóficas de los textos sagrados del judaísmo, las interpretaciones alegóricas de los milagros, etc. aduciendo que ponían en peligro la integridad del judaísmo y sus creencias. Hay que tener en cuenta el ambiente hostil hacia el judaísmo predominante y las fuertes inclinaciones filosófico-racionalistas en algunos sectores de la sociedad hispanojudía medieval, en particular entre sus élites. La inquietud por las tendencias racionalistas llevó incluso a la quema de la Guía de perplejos de Maimónides (Montpellier 1233).

Su pensamiento ha dejado una huella muy profunda en el judaísmo en el campo jurídico, filosófico e incluso en el de las creencias. Luchó contra la ignorancia y las supersticiones, demostrando que el judaísmo y su fe podían ser abordados desde la razón, sin renunciar a la supremacía de los valores de la revelación. Su propia vida es un caso paradigmático de una gran autoridad rabínica respetada y admirada que, además de dedicarse al estudio y a la interpretación del judaísmo y sus textos, ejerció brillantemente una profesión, la medicina. Transcurridos más de ocho siglos y medio desde la muerte de Maimónides, sus escritos, a pesar de las diversas controversias de los que fueron objeto, siguen ejerciendo en la actualidad una enorme influencia en el pensamiento religioso y filosófico occidental.

Además de estas grandes obras de las que venimos hablando, otros escritos de Moisés ben Maimón como sus Cartas, su Testamento o sus Responsa, han tenido una gran trascendencia por su contenido doctrinal, filosófico o personal. En particular algunas de las Cartas se encuentran entre sus textos más citados y estudiados.

Desde el nacimiento de la imprenta hasta nuestros días, las diferentes obras de Maimónides se han publicado innumerables veces: ediciones, reediciones y reimpresiones; completas, parciales o resumidas; de libros, tratados o secciones sueltas (en particular algunas del Misné Torá); con o sin comentarios; ediciones críticas y académicas; traducciones; independientes o en libros misceláneos; etc. De su Comentario a la Misná (Séfer haMaor) hay que indicar que son pocas las ocasiones en las que se ha publicado completo como obra independiente, pero sí aparece en la mayoría de las ediciones con comentarios de la Misná (y del Talmud); de igual modo, su comentario al Pirqué abot, aparece en muchas de las ediciones comentadas de este tratado misnaico.

Se conservan además un gran número de manuscritos de los textos y obras de Maimónides de diferentes épocas y de las más diversas procedencias, incluyendo algunos autógrafos del propio autor. Se conservan también algunos códices iluminados de algunas de sus obras, incluyendo ejemplares de una extraordinaria calidad y belleza.