Diáspora sefardí

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Introducción

     El término «sefardí», gentilicio del topónimo Sefarad que figura en el libro del profeta Abdías 1:20 y que tradicionalmente se ha identificado con la Península ibérica, se aplica a los descendientes de los judíos que salieron de España a fines de la Edad Media.

     La historia de los sefardíes se ha dividido tradicionalmente en tres períodos. El primer período abarca desde finales del siglo XV hasta mediados del siglo XVII; el segundo período dura desde mediados del siglo XVII a mediados del XIX; y el tercer período abarca desde mediados del siglo XIX hasta la Segunda guerra mundial. De lo que ocurrió después de la Segunda guerra mundial trataremos brevemente al final.

Primer período

     El primer período corresponde a la etapa de la expulsión y de la formación de la diáspora sefardí.

     Aunque para esta primera etapa se toma como fecha de referencia el año 1492, la formación de las comunidades sefardíes en la diáspora ni empieza y ni termina en esa fecha. La salida de judíos de los reinos hispanos se produce muy especialmente a partir de 1391. Tampoco acabó en 1492, ya que a lo largo de los siglos XVI y XVII numerosos conversos fueron abandonando la Península para abrazar de nuevo el judaísmo.

     Las vías de salida de los expulsados en 1492 fueron a grandes rasgos: por el norte, Navarra, de donde desaparecen en 1498; por el oeste, Portugal, donde en 1497 se verían sometidos a la conversión forzada, huyendo muchos de ellos posteriormente a los Países Bajos y al sur de Francia; y mayoritariamente, por el sur, hacia al norte de África; y por levante, hacia Italia, que es tanto punto de destino como etapa hacia los Balcanes y el oriente mediterráneo.

     Los sefardíes irán afincándose en tres grandes áreas geográficas: Norte de África; Oriente (Imperio otomano y la comunidad de la ciudad de Viena, capital del Imperio austro-húngaro, fundada en el siglo XVIII); y Occidente (Italia y Países Bajos, donde Ámsterdam acaba engendrando las comunidades de Hamburgo, Londres y algunas del Caribe y Estados Unidos).

    El hecho de que en las dos primeras zonas la religión del poder fuera el islam y de que en la tercera lo fuera la religión cristiana, ya sea católica o protestante, influirá en el devenir de los sefardíes establecidos en cada territorio. También repercutirá la existencia o no de comunidades judías asentadas en dichos lugares desde antiguo, así como la mayor o menor proximidad del territorio a la Península Ibérica.

      El primer período termina con una gran convulsión que sacude los cimientos de todo el judaísmo: el surgimiento y decepcionante final del movimiento seudomesiánico de Sabetay Sebí (Esmirna, 1626-Ulcinj, 1676).

Segundo período

     Esta etapa se caracteriza porque la gran masa sefardí, que es la integrada en el Imperio otomano, ve interrumpido casi todo contacto con España, constituyendo en los Balcanes una más de las naciones o mil·let integradas en la estructura administrativa del Imperio otomano y disfrutando de una suficiente autonomía en lo que se refiere a dirigentes, tribunales rabínicos, administradores y sistema de enseñanza.

    Algo similar sucede con los sefardíes establecidos en el norte de África, quienes, bajo el estatus de «gentes del libro», viven en un ambiente musulmán con la obligación de tributar y el permiso de organización interna autónoma.

     Una diferencia relevante entre los sefardíes establecidos en el norte de África y los de Oriente radica en que los primeros volvieron a tener contacto directo con España a partir de la finalización en 1860 de la guerra de África contra el sultán de Marruecos y el establecimiento del protectorado español en la zona.

Tercer período

    En los albores del siglo XIX, el Imperio otomano todavía gobernaba sobre vastas extensiones. A los sefardíes de aquellas tierras les tocó vivir largos períodos de guerras que estallaron entre el Imperio otomano y varios países europeos, así como la Primera guerra mundial, gravísimos hechos a los que se sumaron diversas alteraciones internas, como el surgimiento de los nacionalismos, la revolución de los Jóvenes Turcos, la fundación de la república por Atatürk, etc.

     Muchos de esos episodios dieron lugar desde comienzos del siglo XX a una fuerte corriente de emigración de los sefardíes, sobre todo de jóvenes, a diferentes países europeos y a sus colonias en África, a Israel y a las dos Américas.



De la Segunda guerra mundial a la actualidad

  Las comunidades sefardíes recibieron la puntilla final con la Segunda guerra mundial y el exterminio nazi. La mayoría de las nuevas comunidades que se van creando son sefardíes desde el punto de vista genealógico, pero poquísimas lo son desde el punto de vista cultural y menos aún lingüístico.

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